Desde el Fuerte Militar de Larandia, en el departamento del Caquetá, el presidente Gustavo Petro lanzó una grave advertencia sobre la posible crisis de agua potable que podría enfrentar Bogotá en marzo de 2025. Según el mandatario, los embalses que abastecen a la capital colombiana podrían agotarse para esa fecha, lo que dejaría a millones de habitantes sin acceso a este vital liquido.
“Estamos muy preocupados porque una vez acabe la época de lluvias, en diciembre, si el clima sigue siendo tan variable, para enero, febrero y especialmente marzo, el embalse de donde sale el agua potable de Bogotá podría llegar a cero”, afirmó Petro. . Además, expresó su inquietud ante el escenario de una ciudad de millones de personas enfrentando una situación de desabastecimiento.
Esta no es la primera vez que el presidente Petro instala al alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, a tomar medidas inmediatas para garantizar el suministro de agua. A principios de octubre, Petro propuso declarar la «situación de desastre» en Bogotá para acceder a recursos internacionales que permitan mitigar la crisis hídrica. Sin embargo, esta sugerencia fue rechazada por Galán, quien señaló que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) desaconsejó tal declaración debido a la falta de evidencias técnicas que respalden una emergencia de esa magnitud.
El alcalde ha insistido en la necesidad de actuar con prudencia y ha defendido las acciones que su administración ha implementado para enfrentar la situación. “Es importante ser muy responsables con las afirmaciones sobre temas tan críticos como el acceso al agua”, declaró Galán en una entrevista radial. Según el alcalde, las medidas adoptadas, que incluyen racionamientos y mejoras en la infraestructura de tratamiento de agua, permitirán a la ciudad superar la problemática sin llegar a una situación de desabastecimiento en marzo de 2025.
El funcionamiento de los embalses y la situación real.
Uno de los puntos en los que Galán ha sido enfático es en aclarar que Bogotá no depende de un solo embalse para su suministro de agua. En contraste con lo que dio a entender el presidente Petro, el sistema hídrico que abastece a la capital está compuesto por varios embalses y plantas.
El Sistema Chingaza, históricamente el más importante, representa el 70% del agua consumida en Bogotá y 11 municipios de La Sabana. Sin embargo, la capacidad del sistema ha disminuido al 50% en el último año, debido a la presión sobre sus reservas. Además, los embalses de Neusa, Sisga y Tominé, junto con la planta de Tibitoc, corresponden al Agregado Norte, que suministra el 30% del agua a la capital, mientras que el Agregado Sur aporta el 5% restante.
Galán afirmó que las autoridades locales están trabajando para reducir la dependencia de Chingaza mediante la concesión de más agua del Agregado Norte. Este plan, junto con el racionamiento y las inversiones en infraestructura, garantizaría el suministro de agua hasta 2025, según el alcalde.
Desafíos futuros
A pesar de las diferencias entre el gobierno local y el nacional, el riesgo de una crisis hídrica en Bogotá es real. La variabilidad climática y los efectos del cambio climático son factores que pueden agravar la situación, por lo que ambas partes deberán coordinar esfuerzos para asegurar que la ciudad no se vea afectada por un desabastecimiento.
La creación de mesas de trabajo entre la administración distrital, el Gobierno Nacional y la UNGRD es un paso hacia la definición de nuevas acciones para enfrentar el reto que representan los próximos meses y años. Sin embargo, el debate sobre la gravedad de la situación persiste, mientras los bogotanos esperan una solución definitiva a una amenaza que podría afectar su vida cotidiana en un futuro cercano.
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